“El estado de excepción ha reforzado el poder de las fuerzas de seguridad, ha reducido las perspectivas de un proceso político hacia la paz y ha aumentado las probabilidades de que el conflicto se intensifique, con el consiguiente riesgo de provocar aún más sufrimiento humano y abusos.”
Líderes políticos, estudiantes, activistas de derechos humanos, periodistas y sindicalistas detenidos inmediatamente después de la declaración del estado de excepción siguen presos más de dos semanas después. Aunque algunos líderes han sido puestos en libertad, se están practicando más detenciones, sobre todo en los distritos urbanos. El ejército aplica una estricta censura sobre los medios de comunicación, y la represión sobre la disidencia política es total. Varios destacados activistas de derechos humanos, periodistas y líderes sindicales están ocultos o han huido del país.
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